Cimbrel Atlético de Hanoi

Aventuras de un socio del Atleti, colmenareño y naviego en extremo Oriente

jueves, 30 de julio de 2015

DE VUELTA EN EL PLANETA TIERRA o como adaptarse a la vida normal después de haber estado en Tokio

Es un poco exagerado, pero Tokio parece otro planeta, si no, al menos parece que van unos cuantos años por delante del resto del Mundo.

La semana pasada estuve en Tokio, volví el domingo, y todavía no me he recuperado. Mira que estoy viajado, pero, afortunadamente, siempre hay sitios que te sorprenden.

De Tokio se pueden comentar muchas cosas como la extremada amabilidad y educación de los japoneses, la perfecta organización de una ciudad de 36.000.000 de habitantes, su limpieza, la increíble arquitectura moderna, los cuidadísimos parques, los templos, las tiendas de Ginza, el paso de cebra más famoso del mundo, junto a la estación de Shibuya, donde cruzan de una vez más de 3.000 personas, la exquisita y variada comida japonesa, la estación de tren de Shinjuku, por la que pasan tres millones de personas al día, los Shinkasen o trenes de alta velocidad, etc. Todo eso quizá me lo esperaba de una u otra manera. Pero hay que estar allí para verlo.

Lo que no me esperaba es una ciudad tan grande sin atascos de tráfico, sin pitidos ni apenas ruido en la calle, gracias al uso masivo del transporte público y las bicicletas, con motorín eléctrico para ayudar en las cuestas, eso si, porque hay tantas como en Madrid y con un ambiente tan increíble en los bares.

Los japoneses cuando salen de la oficina les gusta tomar unas cervezas y cenar con los compañeros o los amigos, y lo hacen junto a las estaciones de tren. Hay muchísimas pues hay una línea circular dentro de la ciudad y el ambiente es fantástico. Y lo bueno de Tokio es que es difícil equivocarte porque todo, o casi todo, es bueno y, además, este tipo de restaurantes, baratos, salvo la cerveza.

Abrías una puerta en un edificio o te metías por un callejón bajo las vías del tren y todo eran bares, muy pequeños, diminutos, con planchas para cocinar delante de ti lo que fuera, llenos de gente.


Aunque tengo que reconocer que pedir tenía su dificultad:


Porque los japoneses apenas hablan inglés. Pobrecitos, suficiente tienen con su idioma, hay unos 4,000 Kanjis o ideogramas básicos para escribir, los mil primeros los aprenden en la escuela durante seis años. Además también tienen dos alfabetos silábicos, hiragana y katakana, de 46 sílabas cada uno....cuando más o menos terminan de aprender a leer en su idioma, ya no tienen ganas de más.

Pues eso. Tokio me ha fascinado. Además asistí a una inauguración de una exposición de Javier Mariscal, el padre de Cobi



Por la noche, después de la inauguración y de cenar, nos encontramos con él en un garito y acabamos tomando una cerveza juntos, hablando de Vietnam. Un tipo muy majo (Mariscal, Cobi no salio).

Otra cosa que me ha sorprendido es que es relativamente barato, sin duda más que Madrid. Comer un menú del día en un restaurante que en Madrid sería caro por la decoración y el servicio, puede costar 6 o 7 euros, siempre sin alcohol. Cenar ya se puede ir hasta los 15 o 20, aunque por supuesto, si te pones, te puedes gastar lo que quieras. Además, es muy fácil moverse por allí en metro y tren. Aunque una primera mirada al plano del metro asusta, las líneas tienen letras y números para identificarlas facilmente y no usando nombres como Roppongi-Itchome o Hammamucho, la información está en caracteres latinos y en el metro y el tren si que dan los avisos en inglés. Lo mejor es comprarse una tarjeta prepago, que se recarga en las estaciones, y despreocuparse de billetes.

Fuimos al Fuji, pero no lo vimos porque casi siempre está cubierto de nubes, sin embargo nos encontramos una sorpresa:


Un museo Picasso en las faldas del Fuji.

Como digo tengo muchísimas fotos, no muy buenas, pero si pondré algunas de lo que más me impresionó:

 Paso de peatones de Shibuya

Tiendas del barrio de Ginza por la noche

Antes muerta que sencilla


Arquitectura moderna. Apartamentos Toranomon



Jardines del Palacio Imperial


 Jardines tradicionales en medio de la gran ciudad



Hora punta en la estación

 Ramen, antes

 Atardecer en Yokohama

 Arquitectura tradicional. Un Torii, situado en la entrada de un templo.


Arquitectura moderna
 La torre de Tokio
 Sorpresas en medio de la megalópolis

Parques y rascacielos


Ramen después

En definitiva, magnífico

1 comentario:

  1. Qué maravilla de reportaje Javi. Un besote girdo para la family mío y de Maire. Muakkkkk!

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